Pigarzos 3: María By Dan the diverman dmmbsr@gmail.com La inocencia de María. Descubrimos juntos su cuerpo Busco a María, pero aparece Irene, sigue con su sonrisa "¿Que te ha parecido?, ¿a que es simpático el director?”, al verla, no puedo evitar recordar la facilidad con la que levantaba aquellas cajas, “si, es muy simpático, la fábrica me parece espectacular, ¿Has visto a tu hermana María?”, me mira con de una forma traviesa, “si, se estaba poniendo guapa, tardará un par de minutos”, en ese momento llega Inma, se adelanta Irene, veo que habla con ella, y cuando llegan a mi lado, me saluda y continúan sus caminos; cuando voy a decirles que nos esperen veo a lo lejos a María, va con la misma ropa que antes, pero ahora la veo con otros ojos, ahora se la fuerza que tiene, se que posiblemente sea la persona más fuerte del pueblo, mucho más fuerte que yo, y lo mejor de todo, que posiblemente sienta algo por mi. Veo su expresión cuando me ve solo, esperándola, cuando ha recortado la distancia a la mitad empieza acelera el paso hasta que llega a mi lado “Muchas gracias por esperarme, me hace mucha ilusión que me acompañes a casa, más aún cuando estás disfrutando de tus vacaciones, ¿Has visto a mis hermanas?”, le aclaro “bueno, están siendo unas vacaciones peculiares. Hace años que viajo bastante, y nunca me había hospedado con una familia tan especial como la vuestra, he de confesarte que estoy gratamente sorprendido. Tus hermanas ya se han ido, van delante, y para mi es un placer esperarte y acompañarte a casa”, veo como se vuelve a sonrojar, “Me ha enseñado el director general la fábrica, es espectacular la instalación que tenéis, pero lo que más me ha impresionado es vuestra capacidad de trabajo, te he visto como trabajas”, me contesta abochornada “No me digas que me has visto con esa ropa horrible, ni siquiera me habrás reconocido, con las gafas, el gorro, la máscara y el mono, somos todas iguales”, le contesto, “efectivamente, me tubo que indicar cual eras, pero no creo que seáis todas iguales, ya me he enterado que tu capacidad de trabajo es sobresaliente”, miro como no se anima a levantar la vista del suelo, me encanta su candidez, su inocencia. Charlamos de regreso a casa, me habla de su familia, de como es la vida en Pigarzos. Cuando llegamos nos recibe el ruido de las pequeñas Susana y Eva jugando como siempre, ¡huele a comida que alimenta!, nos acercamos al salón, allí están las pequeñas jugando alrededor del abuelo, que reposa en un sillón orejero al calor del fuego de la chimenea, María saluda en alto, su madre le responde, nos sentamos en el sofá, para seguir hablando, veo de reojo como nos espía Irene, parece mentira que en menos de un día esté pasando esto. Me continúa hablando de la vida en el pueblo, de lo que hacía cuando era pequeña, de como es crecer en un ambiente rural, con muy pocas cosas que hacer, lejos de la “civilización”, le pregunto “Bueno, háblame de tu novio, seguro que tienes a alguien aquí que se muere por tus huesos, que besa por donde pisas”, se vuelve a sonrojar, “no, nunca he conocido a un chico de mi edad, de echo tu eres el primero”, cambio de tema, no quiero agobiarla, “¿por donde os movéis las amigas?, ¿a que pueblos vais cuando salís de marcha?”, realmente no tenemos coche, por lo que no salimos mucho, paseamos por el campo, de vez en cuando, salimos con las bicis, pero no nos alejamos, es muy peligroso. Realmente todo lo que necesitamos nos lo facilita la fábrica”, continúo, “me ha dicho el Director General, que ahora mismo eres la chica más fuerte de todo el pueblo, eso es increíble”, me contesta “bueno, no creo que sea nada extraordinario, quizás soy un poco mas fuerte que mis compañeras, pero no creo que supere a más gente”, no le insisto, “y tus músculos, me han dicho que son impresionantes”, me contesta “bueno, como todo el mundo, no creo que tenga más músculos que tu o que mi hermana”, me estoy excitando, quiero verlos, tengo que buscar la forma, “bueno, no te creas, realmente yo tengo muy poca musculatura, estoy seguro que mucha menos que tu”, me mira con incredulidad, extiende su mano para agarrarme el brazo y aprieta con tal fuerza que me retuerzo de dolor, al ver mi expresión retira la mano rápidamente “lo siento, pensé que bromeabas, es cierto que tengo más músculos que tu, pero no se porqué, pensé que todos éramos más o menos iguales”, continúo “En absoluto; de donde yo vengo casi nadie tiene una musculatura desarrollada como la que podáis tener aquí, normalmente la gente que quiere tener cuerpos musculados va a gimnasios para desarrollarse, y casi ninguna chica tiene cuerpos como los que podáis tener vosotras; por regla general las chicas son más débiles que los chicos, especialmente las que son tan guapas como tu”, me mira con asombro, pero sin perder su sonrojo, “pero aquí, nosotras no hacemos nada para tener estos cuerpos, no entrenamos, tan solo somos así”, le contesto “si, lo se, me lo ha dicho el Director General, realmente sois extraordinarias, todas vosotras lo sois pero especialmente tu. Ahora mismo soy el hombre más afortunado del mundo por estar sentado contigo en este sofá", sin levantar la vista de sus piernas me contesta "eres muy amable, pero exageras, yo no soy tan guapa, y no creo que sea tan bueno estar conmigo charlando, tu has visto mundo, has tenido que conocer a muchas mujeres, mucho más guapas que yo, con mas experiencia" no doy crédito, si ella supiese lo que tiene, lo que puede conseguir con ese cuerpo, con esa cara. Sin saber lo que esconde bajo esa ropa tan pesada, estoy seguro que es la chica más dulce, más cándida, más buena que haya conocido, si me fijo en la cara es sin duda la más guapa, y sí pienso en como debe ser su cuerpo, posiblemente la más atractiva, la mas sexy, noto como me estoy excitando, ella me mira esperando una respuesta, un comentario, "creo que tienes mucha inseguridad, si te parece me puedes acompañar a un sitio donde no haya menores y te puedo explicar alguna cosa con mas claridad, no quiero decir nada que pueda perturbar a tus sobrinas" me mira desconcertada, cuando me va a contestar escucho a Lola, "Vamos a cenar, la comida se está enfriando". Nos levantamos y nos dirigimos al comedor, vuelve a haber una cantidad ingente de comida, comemos con charlas intrascendentes, las chicas hablan sobre su trabajo, yo les comento mi impresión de la fábrica, Irene me escucha con mucha ilusión. Cuando estamos en la sobremesa, me pregunta Lola cuanto tiempo me pienso quedar, "Realmente no lo se, originalmente me había planteado este viaje como algo rápido, pero lo cierto es que me gustaría prolongar mi estancia, siempre que no le suponga un problema, y siempre que pueda pagar la habitación", me mira sonriente "por el dinero no te preocupes, tu estancia aquí es bienvenida, creo que estamos todos encantados con tener un hombre fuerte en casa", miro a María de reojo, pensar que yo soy el hombre fuerte de la casa es ridículo. Pasado un rato me disculpo y me voy a mi cuarto, quiero tomar notas de lo que ha pasado hoy, tengo que aclarar mis pensamientos, mis sentimientos; tengo la sensación de que he ido un poco lejos con María, demasiado rápido, no quiero espantarla. Llaman a la puerta, me incorporo de la cama y abro, veo a María, "espero no haberte despertado, he esperado a que mi familia se fuese a dormir para venir a verte. Antes me dejaste intrigada, no se que me quieres demostrar", la invito a pasar y cierro la puerta tras ella "estaba preocupado, pensé que me habías malentendido, creo que no me expliqué adecuadamente", me interrumpe "entonces ¿no crees que sea tan guapa?" La corrijo, "¡no!, creo que eres impresionante, no pienses que alguna vez he compartido mi tiempo con una chica más bella que tu, eres por mucho la más guapa, más interesante y más buena que he visto nunca, de echo el problema es que es muy difícil no enamorarme de ti", se sonroja "no digas tonterías, apenas me conoces, llevas un día aquí. No te ha dado tiempo a conocerme", continuo "lo sé, llámalo amor a primera vista", me mira con desconfianza, "¿y mi cuerpo?¿cómo sabes si te va a gustar?, ya me has dicho que no es normal donde vives, que una chica tenga músculos y yo tengo muchos", me gusta como va esto "créeme cuando te digo que para mi, tus músculos, lejos de ser un problema, son algo que me van a volver loco, y tanto como tus músculos, tu fuerza", sigue su mirada de desconfianza "veo que no me crees, déjame ver tu torso, tus músculos y verás como me excitas", no cambia su expresión, se toma un rato, no intercambiamos más palabras hasta que lentamente, sin quitarme la vista de encima, analizando cada gesto que pueda hacer, se retira lentamente el jersey que lleva y ante mí veo a una diosa, bajo su pesada prenda, lleva una camiseta a modo de segunda piel, se le marcan los abdominales, los pectorales, y sobre todo los brazos, tiene músculos por todas partes, veo como flexiona su brazo derecho, el bíceps sube imparable, me excito, “¿esto es lo que querías ver?, realmente las chicas en el pueblo de donde vienes no tienen estos músculos”, estoy asombrado, “Si, eso mismo, pero no pensé que fueses tan grande, y no, de donde yo vengo no es normal que una chica sea como tu; es más, para lograr cuerpos así, se toman drogas que cambian el carácter y la voz, pero tu eres muy especial”, noto como le cambia la expresión "entiéndeme, eres de largo la chica más sexy que he visto nunca" me incorporo y le muestro la tienda de campaña que ha formado mi entrepierna "por sí tienes dudas" antes de que se escandalice vuelvo a sentarme, ha relajado su pose, su sonrojo es más que evidente "no sabía que podía excitar a un hombre tanto" ahora el que mira con asombro soy yo, “esto no es nada, si hubieses continuado flexionando tus músculos habría eyaculado”, vuelve a mirar hacia abajo, parece mentira que una chica tan guapa, tan poderosa, sea tan tímida. Vuelve el silencio, pero si antes disfrutaba viendo su cara, su pelo recogido, ahora tengo un espectáculo delante mía, al respirar saltan los músculos, como si tuviesen vida propia, me fijo en los abdominales, en la postura que tiene ahora, se pueden ver las seis pastillas típicas, no quiero imaginarme como debe estar si flexionase, apenas se le distinguen los serratos anteriores ya que la camiseta se tiene que adaptar a sus abundantes tetas; sobre estas se distinguen los pectorales, con una endidura en el centro que me indica su volumen, el trapecio es descomunal, pero lo que me llama la atención desde donde estoy son sus hombros, se notan sus estrías, denotan mucha fuerza, son dos bolas de músculo, necesito tocarla, quiero sentir su fuerza, alzo mi mano y la poso sobre su hombro derecho, ella levanta la vista, todo este rato ha estado mirando tímidamente al suelo, su cara refleja miedo, parece no sabe como actuar; es como si tubiese un ferrari y no supiese conducir. El músculo aunque relajado es muy duro, apenas puedo malearlo, su expresión ahora es de curiosidad, no creo que comprenda porque la estoy tocando, porqué masajeo su hombro, al ver que su reacción no es de rechazo, bajo mi mano hasta su tríceps, intento abrazarlo con mi palma, pero es demasiado grande, al igual que el hombro, estando relajado apenas puedo deformarlo, acaricio con el pulgar el bíceps, está duro como una piedra, en ese momento flexiona el brazo, sin moverlo, tan solo endurece y expande sus músculos, mi mano se abre ante la tensión, es incapaz de contener esa masa, eyaculo, ella me mira como espasmo “Perdona, no sabía si querías que flexionase mis músculos o los dejase así, no tengo experiencia con todo esto”, dice casi entre sollozos, como si me hubiese molestado lo que ha hecho. La mancha en el pantalón de mi pijama es más que evidente, “tranquila María, me ha encantado. Sentir tu músculo al flexionar ha sido maravilloso, de echo he eyaculado” ella mira mi entrepierna, está totalmente húmeda, me mira desconcertada “entonces ¿te ha gustado realmente verme flexionar los músculos?, ¿sentir como se expanden?”, “muchísimo, es muy sexy, me gustaría probar tu fuerza, ver de lo que eres capaz, para mi eso es muy excitante”, ahora se la ve emocionada, como si le hubiese abierto una puerta a un mundo nuevo, levanta suavemente sus dos brazos y empieza a flexionar y relajar sus músculos, sin quitar ojo de mi entrepierna, mantiene una tímida sonrisa, mi miembro tarda un instante en reaccionar ante ese espectáculo “¡Es verdad!, te excitan mis músculos, dime ¿como puedo demostrarte mi fuerza?, todo esto es muy divertido”, le indico “Si te parece podemos echar un pulso, supongo que sabrás como se hace ¿verdad?”, su mirada es alegre, “pues no tengo idea, pero enséñame”, le indico que se siente a un lado de la mesita que hay en el cuarto, como es muy baja, se pone de rodillas, me coloco yo enfrente coloco mi brazo en posición y le invito a que me imite, “ahora, tienes que evitar que te gane, yo empujaré con todas mis fuerzas, mientras tu deberás empujar hacia el otro lado, quien logre bajar el brazo del contrincante, ganará, cuento hasta tres y empezamos”. Su brazo desnudo es espectacular, el bíceps lucha con el antebrazo por cada centímetro de espacio “ten cuidado no me hagas mucho daño, quizás deberías empujar con delicadeza”, ella se ríe, me enamora esa risa, cuento hasta tres y empiezo a empujar, su brazo no cede ni un milímetro, es como si estuviese echándole un pulso a una pared de hormigón; pasado unos segundos empieza a empujar, tal y como le he dicho suavemente, mi brazo no puede aguantar en absoluto su fuerza, va cediendo poco a poco hasta que llega a la mesa, me mira con curiosidad “¿así se hace?, ¿te he ganado?”, la miro, está riendo aún, “me has machacado, eres bestial", me abalanzo sobre ella necesito besarla, acariciarla, pero ella se asusta y cuando estoy apunto de sentir sus labios me empuja con sus dos brazos, me hace volar por toda la habitación, desde el aire, puedo ver su cara de preocupación cuando se ha dado cuenta de lo que ha hecho, golpeo la pared con la espalda y caigo sobre la cama, habré volado 4 metros, casi me he dado contra el techo, me quedo inmóvil boca abajo en la cama, tirado, la espalda me duele mucho, la escucho acercarse rápidamente, me coge por las axilas y me levanta como si fuese un pelele “lo siento, me he asustado, no quería hacerte daño, ¿te ha dolido?” su cara de preocupación me conmueve, me está sosteniendo en el aire, como si fuese un muñeco de trapo, “perdoname tu, no tendría que haberte intentado besar, pero me pareces tan sexy, tan atractiva, me has excitado mucho, y dejé rienda suelta a mis instintos, no te preocupes, no volverá a pasar”, ahora ella me acerca a sus labios y me besa, inexpertamente, pero es el beso más dulce que me han dado nunca, mi lengua lucha con sus labios, logro atravesar su frontera, nos dejamos caer sobre la cama, ella sobre mí, uso mis manos para explorar cada centímetro de su espalda mientras dura el beso; en cada sitio donde poso mi mano siento su fuerza, las bajo hasta su trasero, como el resto de ella, es duro, respingón, lo masajeo, mi erección a estas alturas lucha por salir del pantalón, pero su peso evita cualquier movimiento, rompe el beso, se separa un poco y me mira, sus ojos me transmiten amor, levanto la cabeza buscando su boca, sus húmedos labios, continuamos besándonos, pierdo la noción del tiempo, cada instante es un disfrute, cesamos en nuestro ímpetu “me ha encantado, no sabía que besar era tan placentero, me fijo en sus pezones, están apunto de romper el tejido de su camiseta, se da cuenta y se avergüenza, “no te avergüences, es normal, la excitación debe ser conjunta, si no, no tendría gracia, mira mi entrepierna ahora que te has separado”, ella se asoma, está totalmente mojada, no se cuantas veces habré eyaculada, pero mi miembro sigue erecto, ella sonríe y comienza a flexionar el brazo una y otra vez, es hipnótico, noto como la manga corta de la camiseta está apunto de romperse, le indico que mantenga la flexión, cuando el bíceps no puede ser más grande le digo que sin aflojar la fuerza gire un poco el antebrazo, eso hace que el músculo cambie su forma, el abultado bíceps se convierte en una bola demasiado grande para la manga, el tejido no puede más y cede al volumen, vuelvo a eyacular, ella se ríe ante mi reacción. Se coloca sobre mi, empieza a realizar movimientos suaves, me acaricia con sus pezones totalmente erectos, mis manos buscan sus brazos, están duros como rocas a la vez que su superficie es suave como el terciopelo, me empiezo a excitar nuevamente, ella lo ve, usa sus abdominales para jugar con mi erección, mientras el panorama de sus pechos mantiene mi vista ocupada, sus movimientos son instintivos, al sentir la humedad de mi pijama sobre sus abdominales, empieza a cambiar el ritmo, lleva una falda que me impide llegar hasta ella, por lo que no puedo ayudarla, desplazo mi mano a sus tetas, las acaricio sobre su camiseta, busco nuevamente sus labios, la beso con pasión, con energía, noto como ella está apunto de llegar, su ritmo es frenético, veo como de repente se tensa, cada músculo se multiplica, aumenta su volumen, se sienta sobre mi abdomen mientras me muestra su cuerpo totalmente definido, sus ojos están cerrados, la cara de placer es espectacular, noto como sus cálidos jugos mojan mi torso, disfruto de cada instante, abre los ojos y me mira con felicidad, "¿que ha sido eso? me ha encantado”, no me puedo creer su candidez, “has eyaculado, has llegado al orgasmo, eso es lo que me ha pasado a mi esta noche no menos de tres veces”; ahora su cuerpo está inflado del esfuerzo, en la poca piel que puedo ver, aparece el sudor característico, busco con mis manos su brazo, ella se da cuenta y me los acerca, los flexiona para mí, “¿es esto lo que querías?”, me dice con una mirada burlona, jugando conmigo, mientras flexiona sus tríceps, se agacha y me da un beso, nuevamente prolongado, termino de acariciarla, nos quedamos abrazados mientras disfruto de cada milímetro de su cuerpo nos quedamos dormidos. Continuará….