Piernas asesinas Por Bob Utley La historia de una organización dedicada a erradicar el crimen utleybob@hotmail.com (Esta historia contiene relatos con connotación sexual) 24:05 p.m. – Piso 32 Llega el ascensor. Dos mujeres, Natali y Brenda, se besan apasionadamente mientras se abren las puertas automáticas. Ellas son bellísimas como peligrosas. Uno de los guardias fuertemente armados se detienen a ver el espectáculo que ambas les brindan, mientras golpea a su compañero que está distraído hablando por su celular. Luego de un largo beso con caricias muy sensuales, ambas salen del ascensor y se dirigen hacia los guardias con una mirada sensual y cautivante. Cuando el coronel Rosenthal pide prostitutas, sus guardaespaldas a escondidas de él, toman a la fuerza a algunas de ellas antes de ser llevadas a su despacho. Brenda es agarrada firmemente de un brazo y dirigida hacia el ala derecha del piso, mientras que Natali es empujada hacia la izquierda. Ambos guardias visten trajes negros y portan una ametralladora. Brenda, una rubia americana de 19 años, con su camisa de seda blanca, minifalda verde oscuro y sus botas blancas altas de taco alto, luego de un largo pasillo, es ingresada abruptamente en un amplio baño. Ella da unos pequeños gritos típicos de las mujeres desvalidas en situaciones similares. Natali, una morocha de pelo muy largo, atado en una trenza larga hasta su trasero, con un corsé negro que realza sus pechos, pollera corta con tajo lateral y sus zapatos negros de taco alto, es ingresada a los empujones en una de las habitaciones con varios aparatos de gimnasia. Dentro está otro de los guardias, haciendo su rutina de ejercicios. Sus brazos son poderosos, lleva una remera negra y la sobaquera con una pistola automática cromada. Se detiene para observar a esta escultural mujer. Natali podría neutralizar a ambos, pero necesita hacer un movimiento silencioso e inteligente. Inesperadamente el guardia le toma la muñeca y le coloca unas esposas, pasa la misma por detrás de uno de los hierros de uno de los aparatos de gimnasia, quedando esposada y a merced de estos hombres sedientos de sexo. Brenda por su parte, es tomada fuertemente por ambos brazos. Tiene a sus espaldas una mesada amplia de mármol con varias piletas plateadas y un gran espejo de pared a pared. El guardia la empuja sobre la mientras deja su arma en el suelo y se desabrocha su saco. Brenda se sienta en el mármol. De golpe abre sus piernas exageradamente y las cierra, pegando ambos tacos en cada lado de su cabeza. El guardia queda aturdido, mientras que la rubia gira su pierna izquierda golpeando con furia el lateral de su cara, haciendo girar al guardia, quien apoya una de sus rodillas en tierra. Brenda coloca su pie izquierdo en el lateral derecho de su cuello y su pie derecho en el contrario, afirma cada mano en el canto de la mesada y aprieta con toda su fuerza mordiéndose el labio superior. El guardia toma con las manos las botas que le cierran el paso de oxígeno, pero Brenda lo sostiene con fuerza. "Donde se llevaron a mi compañera, responde rápido maldito..." "Al....gimnasio...seguramente...al gimnasio...agggggggg" "Okay bebe, bye, bye" Brenda aprieta sus pies con toda sus fuerzas, el guardia quiere separar su botas pero no puede. Brenda dobla sus rodillas y acerca su cabeza para luego alejarlo con furia, apretando salvajemente. Luego de un rato, las manos del guardia caen pesadamente a los costados, su lengua se asoma. Brenda suelta al hombre que cae muerto. Se para, acomoda su pelo y su lápiz labial frente al espejo y mira al hombre a sus pies. "¡Qué lástima, eras tan atractivo!" mientras con la punta de su pié gira a ambos lados la cara del hombre sin vida para ver sus facciones. Natali, por su parte, sigue esposada al aparato de gimnasia, mientras sus dos captores se entretienen pasando su lengua por sus piernas, pechos y labios. Natali los mira sensual, pero no se distrae, está atenta a sus movimientos. El guardia que está vestido con traje negro, de repente recibe un sonido de su oído, oprime el mismo para mejorar la audición y deja un momento de jugar con la prisionera para poder escuchar, con cierto enfado. Éste se acerca a su compañero a quien le habla en secreto en su oído y luego se marcha con cierto apuro. El hombre musculoso, de barba cuidada, ahora está solo con la prisionera, para jugar a su antojo. Natali le habla con voz sensual para estimularlo. "Ahora estamos solamente tu y yo, hazme sentir tu lengua en todo mi cuerpo" Natali levanta una de sus rodillas sensualmente y deja ver su diminuta tanga. El guardia se sumerge entre sus senos. "Así...amor...así, eso me gusta, siiii, más abajo, así amor..." El guardia besa su estómago, y sigue bajando. Le levanta la pollera e introduce su boca en su vagina. Natali se acomoda y un rápido movimiento, cierra sus piernas y aprieta su cuello. Luego de un forcejeo, el hombre toma con ambas manos las piernas de Natali que se encajan firmemente. Su barbilla se coloca en su vagina quedando inclinado hacia atrás en una posición muy incómoda y mortal. Natali cierra sus tobillos y con sus manos se afirma al hierro que la tiene cautiva. Las manos del hombre desesperadamente rasguñan las medias, pero son de seda y resbalan sin poder sujetarle las piernas. Natali aprovecha para interrogarlo. "Qué te dijo al oído tu compañero" aprieta más fuerte "habla de una vez" "Aggggggg....solamente...me...dijo...que lo llamó... Boris... Agggg." "Y para qué lo llamó" "No sé, juro...que no sé...aggggg...no me lo dijo" "Gracias" Aprieta más fuerte su sostenimiento, hasta que sus brazos cae pesadamente. Natali lo sostiene un rato más y lo suelta. El guardia que salió del gimnasio está caminando por el pasillo cuando un pié vuela como látigo hacia su barbilla. Su cuerpo cae golpeando su nuca en el piso. Brenda lo sorprendió mientras caminaba buscando a Natali. Brenda se sienta detrás del guardia y pasa su pierna derecha por debajo de su cuello, en un sostenimiento de tijera en cuatro. Ella le pregunta por Natali y el le dice que la tiene esposada en el gimnasio. Brenda le pide la llave y luego aprieta su sostenimiento hasta que deja de respirar. Cuando lo suelta, un guardaespaldas aparece por detrás y la toma por el cuello; sorprendida Brenda eleva su pierna derecha y golpea fuertemente en el rostro quien la libera. Ella se recuesta y retrocede ambas piernas hasta sujetar con sus tobillos el cuello del hombre aturdido. Aprieta con fuerza mientras las manos del hombre quiere separarlas. Brenda coloca sus piernas a noventa grados, las manso del hombre no alcanzan para agarrase de alguna parte de ella, solamente puede tratar de separar con desesperación sus tobillos. Luego de un rato, Brenda nota que el hombre pesa pues pierde el conocimiento, le toma una muñeca y nota que no tiene pulso. Lo suelta y cae pesadamente sobre ella. Su cara se incrusta en su sexo. "Ahora no querido, no tengo ganas" bromea mientras se quita el cuerpo muerto de encima. Natali está forcejeando con las esposas cuando se abre una de las puertas que da acceso al pasillo. "Necesitas esto, creo" Le dice Brenda a Natali mientras le muestra las llaves en la punta de su dedo índice que abren sus esposas. "Apúrate, no perdamos más tiempo" Natali recrimina a Brenda que juega como una adolescente. "Está bien, vamos" Le abre las esposas y ambas salen al pasillo para acceder a las oficinas principales de Boris y Rosenthal. Continuará...